jueves, 29 de mayo de 2008
Nunca se ha de completar la lista
domingo, 18 de mayo de 2008
Femme Fatale
Ese día sería su primera cita. El era un hombre temeroso, nunca lo había intentado antes. La conoció en un bar, un poco pasadito de copas, ella se sentó a su lado. Intercambiaron historias hasta las tantas de la mañana. Ella en una servilleta escribió su número, sin embargo no le gusta que la contacten, a ella le gusta aparecer en el momento preciso. Ella sabía que él la necesitaría, lo vio en su mirada triste. Ha estado con tantos, si se hablara de su trabajo seguramente la criticarían. Ella sabe quienes son los indicados.
El pensó en ella toda esa semana. En la oficina, en la ducha, en la mesa al desayunar, en el trayecto a casa. No podía quitársela de la cabeza. Le atemorizaba la idea de volverla a ver, pero las ansias y la curiosidad eran mayores. Lo seducía la idea de obligarla a verlo, sentía un magro placer, quería seducirla y ser seducido, quería devorarla.
martes, 13 de mayo de 2008
Abril-2006
Confié, cuánto confié, demasiado. A veces, demasiado.
Hubo un día extraño, cuando noté un murmullo. Ese día te tenía a mi lado. Ese día tú quisiste entregarme todo. Ese día nos complementamos, fuimos uno. Qué extraño que hubiese pasado, como si la mitad de mi vida siempre hubiese estado aquí sin yo darme cuenta. Y llega, repentinamente, porque así lo quiere, porque así lo acepto.
¿Por qué pienso que estoy y fui hecha para ti? Como tú para mí. Porque para nosotros las cosas son complejas y en nuestras diversas complejidades somos el uno para el otro. Sí, es muy pronto para estas palabras exageradas, puede ser, y, ¿si fuese así? ¿Te arrepentirías?
¿Por qué te mientes? ¿Por qué te (y me) causas dolor? Tú lo sabes, eso creo, porque yo lo sé. Debo decir: cada pensamiento tuyo es mío, cada sentir tuyo es mío... ¿qué pasa? ¿No lo quieres reconocer? Cierras los ojos, ¿o es que yo no lo quiero entender?
Yo no tengo armas para luchar. Soy un débil reinado que solo se defiende de la conquista. Soy un rey que no se atreve a buscar nuevos horizontes, que no se atreve a conquistarte. Un rey que se aprovecha de su gente, pero no posee el ejército suficiente con el cual salir de su fortaleza en búsqueda de tus horizontes.
Tú, puedes venir y arremeter contra este mundo en pedazos, corazón inerte y robarlo, pues no tengo deseos de luchas en su contra. Sin embargo, yo no puedo ir y cruzar el río de pavimento e invertir las situaciones.
Claro, tan débil soy, tan conformista.
No doy lucha, no me doy esperanzas.
El ser pesimista, payasito triste.
Mar de equivocaciones, actuaciones erróneas.
Hice todo mal. Y me arrepiento eternamente.
Ya no puedo hacer nada, guerra civil en mi corazón.
¿Me retiro antes del disparo en la sien?
¿O me quedo hasta el final luchando?
!Es que no estoy haciendo nada! Quiero que otros intercedan por mí, porque tengo miedo, porque no quiero sufrir.
Más.
Me duele gritar y que nadie oiga.
Revolver con silenciador, disparador de emociones encontradas, explotadas, durmientes, dolientes.
Nada más “please”
Si es dolor, afuera orgullo remediador!!!!
sábado, 10 de mayo de 2008
Ven invierno ven.
El invierno no quiere llegar a Santiago.
Anda esquivo, el egoísta.
Yo lo he esperado, pero ya me cansé.
Me contaron que lo han visto por el sur merodeando.
Ya me lo desmintieron.
Es que él odia el esmog.
Me lo ha dicho un par de veces.
"Pero es que tú debes dejarte caer sobre la ciudad", le he protestado variadas ocasiones.
Mas, no quiere.
Además, como si fuera poco, me ignora.
El sol continúa contento. Se siente popular.
Y no quiere largarse.
"Date vacaciones sol", le grito con impotencia mirándolo a los ojos.
Me ciega el muy descarado.
Ni él se quiere ir, ni el invierno pretende llegar.
¿No séra la solución salir yo en su búsqueda?
Tarde o temprano llegará y yo lo esperaré.
Le brindaré un abrazo a través de sus gotas de lluvia.
Ayyy, la lluvia!
Cómo quisiera que empapara mi rostro.
Cómo disfrutaría que se confundiera con mis lágrimas.
Ni siquiera tengo pena, estoy mintiendo, no quiero llorar.
Y el invierno no pretende llegar a mi ciudad.
Y el cielo marrón nos cubre las cabezas, provocándonos una frente líquida y rostros somnolientos.
"Invierno ven, yo te espero, yo te amo. ¿Acaso tú no a mi?
Quita a patadas este verano eterno.
Siembra sobre nosotros el frío cálido de tu abrazo.
Te espero niño malcríado. Apresúrate".
lunes, 5 de mayo de 2008
Algodones
Como si los días grises trajeran consigo las fuerzas para generar tal fascinación que se vuelve una adicción posarse bajo sus nubes, subirse las mangas y permitirle a ese aire descarnador erizar los vellos.
Las nubes se acercan a paso veloz muchas veces, pero vuelven tan intensa la ansiedad cuando tardan.
Se posan sobre los cerros. Como acariciándolos los arropan con delicadeza. No quisieran, seguramente, lastimarse con los espinos y rasgar su fino envoltorio de algodón de azúcar, para dejar caer sobre nuestras cabezas un llanto desconsolado de dolor.
Cómo atraen esas sombras matutinas. Y es que el sol radiante no se les compara. Esos días grises parecieran venir a provocar retorcijones de estómago como si se viera por primera vez al amor de toda la vida. Llegan tímidos, descalzos para no hacer ruido, se posan al costado y susurran al oído, respirando sobre el cuello desprevenido de su fiel admirador.
Y atraen esos días. Como si se amara la tristeza, la desesperanza. Como si una canción en violín hiciera crujir las cuerdas de éste y destrozara los dedos del artista.
Los días grises, como se asemejan a la silueta de una fina mujer cubriendo sus zonas púdicas con una sábana. Parecieran creados con la misma delicadeza que aquellas cajitas musicales que intentan reproducir una grata melodía sólo con el roce de sus delgadas plaquitas de metal.
Como inspiran esos días grises. A cualquiera inspiran. Bajan esos sentimientos guardados con llave, que sólo se les permite salir a la luz para ese momento especial esperado. Y no es un momento errado, oh no!, es la salida de maravillas generadas desde lo lúgubre y siniestro.
Si los días grises no existiesen, las avenidas bordadas de plátanos orientales se marchitarían todos los atardeceres y dejarían vibras de asesinos seriales deshojados por los rayos del sol. Como ciegan los días grises cuando con espanto reflejan las caras borradas por el pavimento. Que costo desprenderse de ellos.
Y no desean llegar. Y se les extraña. Y se les ama sórdidamente.
Como los días grises parecieran devolver todo aquello que me fue arrebatado.
domingo, 4 de mayo de 2008
ella es Ella
Ella es todo lo que describo.