Todo comienza cuando cumples una meta y te replanteas qué sigue luego. Te detienes y miras a tu alrededor y concluyes: "bajo esta experiencia, ¿he adquirido yo más valor? ¿Puedo decir que algo ya me hace superior?". Inclusive todo aquello que como seres humanos nos da valor, nada de eso nos hace superior. Se entiende que todos nacemos de la misma forma y vamos a llegar al mismo destino, entonces, ¿por qué algunos creen tener superioridad sobre otros?
Bajo el planteamiento de aquella superioridad, yo distingo que no soy superior a ustedes ni al resto, ni a quién podría leer e inclusive a quién no podría leer estas palabras. Saber más no me hace superior, tener más no me hace superior, nada hasta el momento, he concluido, me hace mejor.
Entonces, yo no soy mejor que usted ni que aquél, tampoco mejor que ellos. Pensamos y meditamos qué nos hace humanos y no hay nada en estricto rigor que faltase que nos quite la calidad de humanos. Pero, según corrientes religiosas, filosóficas e incluso económicas, sí, somos superiores. Y nos gusta enrostrar que somos superior y que tenemos dominio sobre el otro sin importar quién sea ese otro.
Luego, yo me detengo y miro, ¿de qué podría ser yo superior si lo que sé y lo que tengo no me hacen superior? De ellos. Pues no, definitivamente no lo soy. De hecho, soy inferior, porque no tengo un propósito en la vida, porque no sé para que estoy ni para qué, en un futuro, estuve. Ellos sí lo saben y ni siquiera lo razonan.
Por tanto, me defino animal, con los mismos instintos, con las mismas reacciones químicas, físicas y neuronales que ellos, soy animal. Un animal con razón, por cierto. Ahora, claro, como yo no tengo un supuesto propósito en esta vida ni tampoco tengo superioridad alguna, cómo determino qué rol cumplo en esta sociedad multi especie, cómo, aun más allá, tengo el derecho a situarme en cierta posición de la cadena alimenticia. Ejercimos nuestros derechos, pensará la gran mayoría. Sin embargo, ¿Hasta qué punto mis actos perjudican a otros, desequilibran el perfecto equilibrio natural? Es tal el punto de nuestra galaxia centrada en nosotros mismos, que los actos se ejercen por derecho, suponemos "natural", basado en la maravilla de razonar. ¿Y ese razonar qué implica? Que al menos podemos determinar las consecuencias de nuestros actos.
Físicamente ellos son iguales que nosotros, poseen una infinidad de terminaciones nerviosas, sienten miedo, ansias, pena, cansancio, alegría, tienen un corazón bombeante y, me atrevería incluso a decir, un alma con el cual llevan a cuesta una vida. Pero suponemos que no tienen razón. Y yo concluyo teóricamente, que esa razón les permite mantener el equilibrio, un equilibrio en el cual nosotros intercedemos.
Así, comerlos, aprovecharnos de sus "supuestos servicios", incluso, domesticarlos resulta la causante de exterminar ese preciado equilibrio. No hay necesidad de imaginar lo que significa extinguirlos. Porque no tenemos motivo para estar acá o el motivo que alguna vez tuvimos lo perdimos. Entonces, creemos hacer lo correcto porque somos superiores, superiores a ellos, superiores a nosotros mismos.
Yo no puedo justificar la necesidad de ser superior, no la necesito, prefiero vivir en armonía e involucrar mis actos lo menos posible en la perfección. Yo soy una más, un animal más, uno que razona y si yo puedo razonar lo más justo es hacerlo desnuda ante todo prejuicio.
4 comentarios:
todo da lo mismo, la mano era estudiar ingeniería
y sólo eso! no como los pollos que después estudian otras porquerías
Me quedo con el "no como pollos"
Que genial leerte decir eso. Está demás decir que concuerdo plenamente contigo, ¿no?
Por cierto, contesté el mensaje que dejaste en mi blog. Disculpa la demora, pero ya sabes... Ni siquiera al foro me he metido en más de un mes.
Saludos.
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