Todavía me pregunto porqué nos hiciste tan distintos.
Porqué nos alejastes con kilómetros extensos de montañas, climas e idiomas.
Yo trato de entenderlos a ellos, ellos quizás ni siquiera se cuestionan por mí.
Pero yo trato de diluscidar qué querías, qué esperabas.
Me pregunto y me pregunto; y qué gano con contestarme.
Yo no entiendo tu afán, sinceramente no lo entiendo.
¿Nos pusiste leyes? ¿Leyes que sólo algunos seguirían en la infinidad de mentes que creaste?
Yo me pregunto todos los días porqué llegas tan afanosamente a algunos y a otros no les soplas ni los vellos.
A mí me parece extraño, muy extraño.
¿Y por qué tendrías que odiar al resto?
¿Es cierto que nos dejas a nuestro azar?
Yo me pregunto y te envuelvo en preguntas y cada día te posiciono otra y sé que pregunta tras pregunta jamás podré llegar a encontrarte.
Tanto mundo nos hiciste, pero mentes tan pequeñas.
¿Cuál fue la necesidad de darnos conciencia? ¿Crecer?
¿Por qué me permites preguntar?
Yo los miro y no entiendo.
¿Cómo nos podemos poner de acuerdo? Yo te pregunto, tú me respondes.
Yo trato de entender la naturaleza de tu creación, veo tus causas y sus efectos, entiendo tu perfección, pero aún así, no entiendo la finalidad.
¿Existe justificación realmente?
Quisiera tener una tan extensa comunicación contigo, emisor y receptora.
Intentémoslo.
Yo sigo averiguando, sigo preguntando, sigo uniendo cabos y Tú, Tú vas respondiendo, de acuerdo a tus sutiles recursos.